jueves, 18 de agosto de 2016

¿Es la homeopatía una estafa?


Algunos datos y reflexiones en relación con la homeopatía y en respuesta a quienes opinan que no funciona, que no se distingue del placebo e incluso que quienes la practican son poco menos que estafadores y quienes la utilizan en caso de tener problemas de salud un puñado de supersticiosos o incautos.



Invariablemente, estas acusaciones se hacen apoyándose en el Método Científico que, para muchos, en particular para los fanáticos cientificistas que pretenden que el mundo empieza y acaba en lo meramente material y cuantificable, es la única herramienta válida para conocer, analizar, valorar o juzgar, y por tanto, el único modo de establecer lo que “funciona” y lo que “no funciona”, frontera esta que según ellos delimita lo que es “medicina” y lo que no lo es.

Es lógico pensar que una herramienta concebida para actuar en un estrecho ámbito no puede utilizarse para conocer, valorar o medir cosas pertenecientes a otros ámbitos. Quienes se empeñen en hacerlo están condenados a falsear los resultados y si lo hacen a sabiendas simplemente estarán mintiendo y manipulando. A pesar de esto, hay quien da un paso más y afirma que todo aquello que su herramienta no puede conocer no existe, un ejercicio de totalitarismo intelectual, absurdo racional, mediocridad científica y deshonestidad manifiesta.

Ahora bien, aunque ciertas medicinas, ciencias de la salud y terapias tradicionales precisamente por su carácter holístico, no puedan ser medidas o valoradas mediante una herramienta que se limita un estrecho campo de acción, el método científico puede al menos abordar una parte de su funcionamiento y responder a las preguntas que en el terreno puramente material o fisiológico se planteen.

Aunque la homeopatía no es una medicina tradicional sí que comparte con ellas un enfoque holístico de la salud, y es por ello un ejemplo de lo que venimos explicando. El método científico —a menos que evolucione y se abra a territorios que ahora no aceptan la mayoría de los científicos— no puede estudiarla en su totalidad, pero puede responder a las descalificaciones usuales de sus críticos, en particular a la que considera que en los remedios homeopáticos no hay materia y por tanto sus efectos se deben al efecto placebo.

Experimentación de efectos en personas sanas:

Recopilación de materia médica de los autores clásicos describiendo los efectos de multitud de sustancias en personas sanas:

—Samuel Hahnemann. Organon der Heilkunst, Reine Arzneimittellehre, Die chronischen Krankheiten, ihre eigenthümliche Natur und Homöopathische Heilung (varias ediciones).
—Constantine Hering. The Guiding Symptoms of Our Materia Medica. Philadelphia: The American Homeopathic Publishing Society, 1879-1983.
—Timothy Field Allen. Encycklopedia of Pure Materia Medica. New York, Boericke and Tafel, 1874-1880.
—James Tyler Kent. Repertoy of the Homeopathis Materia Medica. Barthel Publishing, Berg 1987.
—James Stephenson. The Need for Provings of the Chemical Elements. Journal of the American Institute of Homeopathy, 50 (1957).
—William Boericke. Materia Medica with Repertory. Philadelphia, Boericke and Tafel, 1927.
—A. W. Blyth. Poisons, their effects and detection. London, Griffin, 1920.


EFICACIA DE LAS DOSIS HOMEOPÁTICAS:

De entre las numerosas demostraciones de la eficacia de las dosis infinitesimales cito las más significativas:

—El primer ensayo realizado conjuntamente por médicos homeopatas y alópatas se llevó a cabo en Glasgow en 1980 investigando el tratamiento homeopático de la artritis reumatoide. Se trataron a 46 pacientes que cumplían los criterios establecidos por la Asociación Americana de Reumatismo: todos los pacientes recibieron antiinflamatorios convencionales, pero la mitad fue tratada además con el preparado homeopático y a la otra mitad se les dio un placebo. El ensayo fue a doble ciego, es decir, ni los pacientes ni los médicos sabían quienes tomaban placebo y quienes el preparado.

—Investigaciones físicas: En 1948, Wurmser y Loch investigaron el efecto de microdiluciones de diversas sustancias sobre la longitud de onda y la intensidad de la luz detectando cambios relevantes y medibles; en 1963 mediante técnicas de resonancia magnética se observaron cambios estructurales en el alcohol con diluciones de azufre comparándolo con alcohol sin dilución y con diluciones sin sucusión.

—Investigaciones bioquímicas: En 1930, V.M. Persson obtuvo resultados significativos en estudios con controles del efecto del cloruro de mercurio en la fermentación de almidón; repitió los experimentos tres años después confirmando los resultados, y en 1954, William Boyd volvió a confirmarlos en Edimburgo. En todos los casos, las diluciones empleadas no deberían, según las teorías físicas clásicas contener ninguna molécula del cloruro de mercurio original.

—Investigaciones botánicas: existen numerosas investigaciones con plantas que obviamente descartan el efecto placebo: Kolisko mostró en 1923 como el sulfato de hierro, el trióxido de antimonio y la sal doble de cobre en diluciones bajas promovían el crecimiento del trigo;  en 1965, Wilhelm Pelikan y Georg Unger comprobaron un efecto similar con microdosis de nitrato de plata repitiendo el experimento con controles 240 veces; experimentos similares con iguales resultados se han hecho con microdiluciones de plantas de cebada, de arseniato de sodio de sulfato de cobre o de azufre.

—Investigaciones zoológicas: ya en 1923 Krawkow demostró el efecto relajante de diversas microdiluciones en conejos comparándolas con controles; han seguido numerosas experiencias: reducción de tasas de mortalidad de moscas con nitrato de mercurio, variación de efectos según los grados de dilución en renacuajos con nitrato de plomo y de plata, alteraciones de la excitabilidad neuromuscular en corazones de rana y tortuga, reducción de efectos tóxicos del estradiol en ratas, eliminación de venenos utilizando microdosis del mismo veneno.


REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA:

Harris L. Coulter. Ph. D. Ciencia homeopática y medicina moderna. El arte de curar con microdosis. Mallorca, José de Olañeta Editor, 1995. Sin ser ni mucho menos exhaustivo, este manual básico incluye una amplia bibliografía y referencias de numerosos artículos y estudios sobre los aspectos básicos de la homeopatía (entre los que se incluyen las investigaciones citadas):

—Estudios que revelan los mecanismos biológicos de reacción: 30 referencias.
—Reexperimentación con diversos remedios: 6 referencias.
—Hipersensibilidad a la sustancia semejante: 5 referencias.
—Evidencia de fuerza en las dosis homeopáticas más allá del Número de Abogadro: 42 referencias.
—Evidencia del principio de similitud, efecto opuesto y acción bifásica de los medicamentos: 47 referencias.
—Evidencia empírica de la necesidad de respeto de los procesos biológicos (mal llamados enfermedades): 19 referencias.
—Ensayos clínicos: 24 referencias.

Bibliografía adicional:

—Hans Selye. The Stress of Life. New York, McGraw Hill, 1978.
—Alexis Carrel. Man, the Unknown. New York, MacFadden, 1961
—F. P. Gay. Agents of Disease and Host Resistance. Springfield, Thomas, 1935.
—Linn J. Boyd. A Study of the Simile in Medicine. Ann Arbor, University of Michigan, 1936.
—Joseph Wilder. The Law of initial value in neurology and psychiatry: facts and problems. J. Nervous and Mental Disease, 125 (1957).



LOS PREPARADOS HOMEOPÁTICOS 
CONTIENEN MATERIA

El Número de Avogradro: 6,023 x 1023 está considerado el límite de la materia, es decir, si vamos diluyendo progresivamente cualquier sustancia aumentando la cantidad del líquido, se considera que una vez que se sobrepasa la cifra de Avogadro ya no hay rastro de esa sustancia. Los fármacos convencionales están todos por encima de ese límite, mientras que existen preparados homeopáticos tanto por encima como por debajo, por lo que algunos consideran que se trata de simple agua con azúcar que tan solo puede producir efecto placebo.

Sin embargo, varios artículos científicos publicados en los últimos cinco años demuestran que incluso por debajo de ese número hay materia en las disoluciones: se trata de nanopartículas, partículas diez mil veces más pequeñas que un milímetro que explicarían en parte la eficacia de la homeopatía, al menos en la parte que puede ser conocida, identificada e incluso fotografiada por los extremistas del método científico.

Tecnologías muy avanzadas han permitido a los equipos que realizaron esos estudios el análisis de las muestras: microscopía electrónica de trasmisión de alta regulación (conocida por sus siglas en inglés como HRTEM) y espectrografía de energía dispersiva (EDS) que permiten fotografiar las nanopartículas.


REFERENCIAS:

Prashant Satish Chikramane, Akkihebbal K Suresh, Jayesh Ramesh Bellare and Shantaram Govind Kane. Extreme homeopathic dilutions retainstarting materials: A nanoparticulate perspective. Homeopathy (2010) 99, 231e242
  
Rajendra Prakash Upadhyay, Chaturbhuja Nayak. Homeopathyemerging as nanomedicine. Int J High Dilution Res 2011; 10(37): 299-310

Prashant S. Chikramane, Dhrubajyoti Kalita, Akkihebbal K. Suresh, Shantaram G. Kane, and Jayesh R. Bellare. Why Extreme Dilutions Reach Non-zero Asymptotes: A NanoparticulateHypothesis Based on Froth Flotation. Langmuir, 2012, 28 (45), pp 15864–15875.


Anup Sharma and Bulbul Purkait. Identification ofMedicinally Active Ingredient in Ultradiluted Digitalispurpurea: Fluorescence Spectroscopic and Cyclic-Voltammetric Study. Journal of Analytical Methods in Chemistry, Volume 2012 (2012).

Rajesh Barve1 and Ramesh Chaughule. Size-dependent invivo/in vitro results of homoeopathic herbal extracts. Journal Of Nanostructure in Chemistry 2013, 3:18


miércoles, 10 de agosto de 2016

Por un Sistema de Salud público, holístico y autogestionado


Quienes visitan la página de Podemos Terapias Naturales con el ánimo de defender —algunos con sensatez; la mayoría con una agresividad más o menos teñida de fanatismo— la medicina moderna occidental, acaban haciendo preguntas muy parecidas sobre la “eficacia” de las terapias naturales. Generalmente, se trata de preguntas retóricas ya que quienes las hacen parecen estar muy convencidos de que las medicinas naturales no funcionan, no han demostrado su eficacia y por tanto quienes las practican son estafadores y por supuesto no deben ser incluidas en los sistemas sanitarios.


¿QUEREMOS CIUDADANOS OBEDIENTES AL SERVICIO DE LOS PODERES ESTABLECIDOS?


Como profesional de la enseñanza acostumbrado a impulsar en mis alumnos el pensamiento crítico, el cuestionamiento de las “verdades” establecidas, la inquietud de preguntar, de no conformarse con la primera respuesta que encuentren, la costumbre de buscar distintos enfoques para los problemas, compararlos, enfrentarlos, analizarlos, y buscar la opinión propia, la visión libre de prejuicios y condicionamientos, considero positivo el debate abierto, no solo para quienes participan, sino para quienes puedan seguirlo y enriquecerse. Con ese ánimo hago el esfuerzo de participar en esta página y procurar responder a los comentarios de unos y otros con la mayor honestidad y rigor que me es posible, procurando compartir lo que he aprendido y reflexionado en más de treinta años investigando temas de educación, salud y ecología.

En este caso, he preferido no contestar a las preguntas sueltas en varios hilos y centralizar la respuesta aquí, para evitar la confusión que genera el que una serie de personas hagan preguntas descontextualizadas que parten de su propia visión del problema y a las que no se puede contestar por separado, primero porque son tan repetitivas que responder a todos obligaría a estar repitiendo lo mismo y saltando de un hilo a otro; segundo porque responder a preguntas concretas sin explicación previa sería tanto como asumir el enfoque de quienes las hacen; y en tercer lugar porque quienes estén leyendo el debate sin intervenir no tendrían manera de aclararse asistiendo a un “bombardeo” de preguntas inconexas, repetitivas, desordenadas y, en muchos casos, manipulando y tergiversando, o al menos, incomprendiendo a quienes se interroga.


ACLARO ALGUNOS CONCEPTOS

—Denomino a la medicina que domina la mayoría de los sistemas sanitarios actuales “medicina moderna occidental”. A veces complemento con una serie de calificativos —cuya justificación sería muy largo de detallar aquí: “reduccionista”, “mecanicista”, “industrializada”, “belicista”...

—Denomino “medicinas tradicionales” o “ciencias de salud tradicionales” exclusivamente a las que se inscriben dentro de una tradición, en el sentido estricto del término, como la medicina china, la ayurvédica y otras similares.

—Al resto de las medicinas, terapias, técnicas, disciplinas... las denomino por su nombre propio: homeopatía, naturopatía, terapia craneo-sacral...

—Utilizo las denominaciones genéricas “medicinas naturales” o “terapias naturales” para referirme a cualquier medicina o terapia —independientemente de su antigüedad, origen, metodología específica— que cumpla la condición de actuar a favor de la naturaleza, es decir, de favorecer los procesos naturales, por contraposición a medicinas o técnicas que actúan en contra de la naturaleza, es decir, bloqueando, reduciendo o estorbando los procesos naturales. Conste a modo de aclaración que esta división no implica un criterio absoluto de elección ante situaciones concretas.

—Entiendo que una cosa “funciona” cuando cumple con el objetivo para el que se concibió. Obviamente, cada cosa debe ser juzgada en función de ese objetivo y no de los objetivos de otra cosa, menos aún si es cualitativamente distinta o peor aún, opuesta.

ES URGENTE UN CAMBIO RADICAL

Quienes piden que justifiquemos que tal o cual terapia natural entre a formar parte del Sistema Sanitario, lo hacen desde un enfoque ya dado. Su defensa ciega del modelo médico moderno los sitúa en un enfrentamiento entre medicina moderna y terapias naturales. Yo no contemplo las cosas así, ni siquiera creo que lo más importante sea hablar de medicinas o terapias. En primer lugar hay que hablar de salud y de cómo cultivar nuestra capacidad para responsabilizarnos de ella y tomar nuestras propias decisiones.

En este sentido, el análisis previo desborda el terreno de lo científico-médico y entra en terreno cultural, social, político, económico. Para conseguir el primer objetivo, es preciso conocer las relaciones de poder que actúan en el campo de la salud y la enfermedad y actuar para desmontarlas o al menos oponerse a ellas en lo posible.


A partir de ahí, podemos hablar de sistema de salud o sistema sanitario, que en estos momentos se encuentra bajo la influencia o el control de esos poderes: económico, político, académico, que condicionan su concepción, su funcionamiento y el concepto de salud que se le traslada a la mayoría. Quien sea capaz de juzgarlo sin prejuicios, encontrará que en mayor o menor medida, estos sistemas están fracasando a la hora de ayudar a la gente. Y desde luego, un cambio de políticas sanitarias que de verdad atendiera las necesidades de la gente debería comenzar por una evaluación independiente de su funcionamiento para poner en evidencia los errores a corregir.

Por mi parte, yo creo urgente y de extrema necesidad cambiar ese enfoque. Es decir, parto de la idea de que los sistemas sanitarios necesitan un cambio radical que debe empezar por el concepto de salud. Ese principio debería ser el que determine los cambios que hagamos a todos los niveles: de contenido, organizativos, de gestión... teniendo como meta un sistema de salud público, holístico y autogestionado.


PARTIR DEL CONCEPTO DE SALUD

En estos momentos, los sistemas sanitarios y todo el modelo médico dentro y fuera de él, parten de un enfoque de la salud que se caracteriza por un reduccionismo mecanicista, una concepción estática de la salud-enfermedad como cosas opuestas y en consecuencia una visión belicista de combate a la enfermedad para conseguir la salud, en particular a partir de la imposición sin pruebas de la Teoría Microbiana que desplaza radicalmente la prevención de los hábitos de salud a las vacunaciones masivas y el tratamiento de las enfermedades a la guerra química contra los microbios, todo ello con gravísimas consecuencias a múltiples niveles.



Si cambiamos ese enfoque por uno dinámico en el que salud y enfermedad son elementos de un mismo proceso de equilibrio y lo que llamamos enfermedad la señal de procesos biológicos de reequilibrio de nuestro ecosistema interno, y si además abrimos la mirada a todos los aspectos implicados trascendiendo lo meramente fisiológico, es evidente que diseñaremos nuestros sistemas sanitarios de otro modo: buscaremos aquellos procedimientos, disciplinas, recursos, técnicas, terapias o medicinas que nos ayuden a conseguir ese objetivo. Y entonces, cobrarán más importancia las ciencias de la salud que se centran en los hábitos de vida saludables y las medicinas que actúen a favor de la naturaleza, situando en un segundo plano, es decir, como recursos alternativos, aquellas que actúen contra los procesos naturales y que puedan ser útiles en determinadas circunstancias.

De este modo, teniendo claro el objetivo a conseguir, será más factible ponerse a pensar en los medios para conseguirlos. No se trata pues de decidir qué cosa debemos incluir en el actual sistema, sino qué concepto de salud tenemos para saber qué cosas sirven a nuestro objetivo y cuáles no, y con las que valen, construir un sistema radicalmente distinto. Que los estudios clínicos son una herramienta valiosa sería absurdo negarlo; que son la única herramienta admisible no es que sea absurdo o deshonesto, que también, sino que iría marcadamente en contra de los objetivos propuestos.

No propongo, por tanto, desterrar los estudios clínicos habituales, propongo gestionarlos de modo que se garantice su independencia y situarlos en el lugar que le correspondan en función de su utilidad precisa y limitada, y por tanto, sumándolos a otras herramientas que nos permitan complementar nuestro conocimiento para poder valorar y tomar decisiones adecuadas en función de nuestro objetivo que, como hemos dicho, no es reduccionista sino global y por tanto debe proceder de una globalidad de recursos derivados del conocimiento empírico, el razonamiento, la lógica, el saber social acumulado, la filosofía, la capacidad de síntesis entre la experiencia y lo racional, la memoria, la intuición... todo ello con la participación de todos los implicados y complementado con las medidas necesarias para contrarrestar la influencia y el control que actualmente ejercen los poderes políticos, económico y académicos.