domingo, 26 de julio de 2015

Educación libre


El reto de conocer, respetar y proteger el desarrollo natural de los niños


Una idea aceptada casi universalmente ve la educación como un instrumento de liberación, de crecimiento personal y posibilidad de independencia.

Sin embargo, una consulta al diccionario puede depararnos una sorpresa. Los sinónimos que la web WordReference nos ofrece para la palabra "educar" incluyen: "formar, aleccionar, adoctrinar, guiar, dirigir, adiestrar, domar, encauzar, acostumbrar".

En una sociedad armónica a la medida de las necesidades humanas, la expresión "educación libre" sería una redundancia; pero en nuestras sociedades es más bien una contradicción. ¿Por qué? Porque los sistemas educativos, con los matices propios de cada región o país, son herramientas para normalizar, para crear ciudadanos sumisos y obedientes que acepten un mundo dominado por la desigualdad y la injusticia.


Artículo completo:

Jesús García Blanca
El camino hacia la educación libre

miércoles, 1 de julio de 2015

Caso Olot: reflexiones críticas

Mi amigo, el Dr. Enric Costa -cuarenta años de experiencia como médico- me hace llegar sus reflexiones en relación con el caso de Olot pidiéndome que las comparta animado con la intención de contrarrestar la tremenda campaña de miedo y culpabilización que se ha desatado.


Reflexiones lógicas 
sobre el caso de Difteria 
del niño de Olot

Dr. Enric Costa Vercher

Como ya sabrán los lectores, el niño de Olot, en paz descanse, que, según sus médicos, estaba infectado de difteria, ha muerto después de pasar casi un mes en la U.C.I. del hospital Vall d´Ebrón. Desde ese mismo momento TODAS las televisiones, grandes o pequeñas, han estado repitiendo en TODOS los telediarios y programas informativos la fatal noticia. En todas estas ocasiones se explicitaba que el niño no estaba vacunado y que por eso se había infectado, convirtiéndose así en el único caso de difteria en España desde hacía treinta años. Y además de ser el único caso en décadas se ha tratado de un caso especialmente agresivo de difteria, puesto que el niño no ha podido superarla, es decir, no ha sido curado de una enfermedad que tenía cura a principios del s. XX pero  que no ha podido ser curada en una unidad de cuidados intensivos del s. XXI.

No ha podido ser curado y el conseller de sanidad de Cataluña y todos los medios informativos han afirmado que ha muerto de DIFTERIA y que esta infección la había adquirido por no estar vacunado. Y como es habitual han arremetido contra los padres que no vacunan a sus hijos y algunos políticos han amenazado con crear leyes que obliguen a la vacunación total.

Toda esta situación, seguramente, habrá hecho dudar a algunos padres que no vacunan a sus hijos, lo cual es natural, pues el efecto de la propaganda del miedo no pasa desapercibido. Este médico que escribe, no va a decir a nadie lo que tiene que hacer al respecto; pero quiere exponer a la atención del lector una batería de preguntas lógicas o de sentido común que seguramente le incitarán a la reflexión y, por ello, a discernir lo posible de lo imposible o la verdad de la mentira; si lo logra podrá tomar su decisión con mayor grado de libertad. Veamos:

  • Según la versión oficial, que hemos escuchado durante todo el tiempo, el niño ha muerto de difteria por no estar vacunado. Preguntas: ¿Cómo se infectó? ¿Dónde estaba el origen de la infección? La respuesta oficial, como siempre, se expresa sin dudas: Se ha contagiado de su entorno más cercano, puesto que muchos de los que se relacionan con él son “portadores” sanos de la bacteria. Y han explicado perfectamente que estos portadores sanos no padecen la enfermedad porque están vacunados y aunque tienen la bacteria en el cuerpo, son inmunes a ella; pero estos individuos, sigue diciendo la versión oficial, pueden infectar a otros, sobre todo, si no están vacunados.

  • De lo explicado por el sistema oficial podemos sacar una conclusión: El foco de la infección provenía de sujetos vacunados. Si esto es así, se descarta la que los niños no vacunados sean la ÚNICA fuente de reaparición de enfermedades infecciosas. En este caso, el propio sistema médico, afirma sin admitir dudas que el niño ha muerto de difteria y que el foco de contagio ha estado en su entorno de gente VACUNADA. Y eso que han explicado en el caso de la difteria pasa en todas las demás infecciones, puesto que las vacunas no tienen como función “acabar con los gérmenes” sino preparar o “entrenar” al sistema inmunitario para que éste nos proteja de los microbios. De manera que todos los vacunados se convierten en PORTADORES SANOS de gérmenes y como se ha visto en Olot, se convierten en posible foco de infección de enfermedades que se creían erradicadas.

  • De toda esta información se deduce que muchos ciudadanos, vacunados o no, podemos ser portadores de este tipo de gérmenes, pero unos son silenciosos, no padecen la enfermedad ni manifiestan los síntomas y pueden transmitir la enfermedad: Los vacunados. Mientras que otros, por no estar vacunados, la manifiestan con todos sus síntomas y, por tanto, pueden ser detectados inmediatamente. ¿Cual de los dos grupos sería más peligroso para transmitir una enfermedad a toda una comunidad? ¿Los vacunados o los no vacunados? Entonces ¿de donde viene la conveniencia de que no quede gente sin vacunar? ¿De donde la conclusión de la obligatoriedad de las vacunas, para erradicar las enfermedades, si aquellas no destruyen a los gérmenes sino que convierten a los ciudadanos en portadores sanos y camuflados?

  • Este caso debe servir al lector para defenderse, con planteamientos lógicos, de todos aquellos que les acusan de poner en peligro al resto de la comunidad por no vacunar a sus hijos. Deben responder que los vacunados son igualmente focos de infección (como han estado explicando los médicos durante todo este mes) pero mucho más peligrosos por ser asintomáticos y no manifestarlo. Los no vacunados, por lo menos, son más explícitos y no engañan a nadie, y además, no pueden infectar a los otros porque, esos otros, están vacunados y, por tanto, según el sistema oficial, están totalmente protegidos. 

  • Concluyendo: el caso de difteria de Olot demuestra que si uno no se vacuna no se convierte en un foco de infección, en modo alguno, distinto del que sí se vacuna, los dos son portadores, uno evidente y el otro camuflado. Es decir no se puede no ser portador. Por tanto el no vacunado no perjudica más a la comunidad sino, en todo caso, menos, por ser más evidente y localizable.



¿DIFTERIA EN ESPAÑA EN EL 2015?

Cuando apareció la noticia hace un mes, este viejo médico que escribe pensó que sería un error de diagnóstico y lo sigue pensando por dos razones: La primera es que en toda su vida de médico en activo y de estudiante de medicina (unos cuarenta años) nunca vio ni tuvo que atender a ningún caso de difteria. Todo conocimiento que tiene de la enfermedad y su tratamiento, le viene de sus estudios teóricos de la facultad (y de alguna escena cinematográfica en películas españolas y americanas) donde le explicaron que el tratamiento consistía básicamente en: suero antidiftérico, antibióticos y mantener libres las vías respiratorias. 

Que ese tratamiento se haya llevado a cabo en una moderna U.C.I. durante un mes y no hayan salvado al niño, nos llena de estupor y nos obliga a preguntarnos si en realidad fue un caso de difteria. La segunda razón que nos hace dudar que fuera un caso de difteria es precisamente eso, que haya sido un sólo caso de difteria. El caso de Olot es un caso aislado no solamente en el espacio, puesto que nadie más ha sido afectado en su entorno, sino también en el tiempo; puesto que la difteria se considera erradicada de España desde hace treinta años.

Los técnicos y políticos que llevan este tema repiten sin parar que este niño NO VACUNADO, ha sido infectado por la gente de su entorno, un alto porcentaje de ellos son portadores sanos. No nos han explicado el porqué de tan alto número de portadores sanos alrededor del niño, pero los lectores deben conocer la siguiente realidad: todos los ciudadanos, tanto si están vacunados como si no, si se sometieran al test de portador de difteria (con cultivo biológico de los gérmenes de sus mucosidades) darían positivo en un 80 ó 90% de casos, como ha ocurrido en el entorno del niño de Olot, simplemente porque el bacilo diftérico con sus cuatro o cinco subespecies, son HABITANTES simbióticos y naturales de nuestras vías respiratorias y digestivas, es decir, son organismos que viven en simbiosis con nosotros realizando funciones, en su mayoría desconocidas. Esa realidad biológica es la que hace posible que toda la población viva con bacilos diftéricos pero sin sufrir enfermedad alguna.

Hay otras cuestiones que merecen nuestra atención en este caso dudoso de difteria y son las siguientes: Si la causa de la difteria hubiera sido la falta de vacunación del paciente, y con la cantidad de niños no vacunados que ha habido en España durante los últimos treinta años, gracias al buen arbitrio de sus tozudos e indomables padres, es lógico preguntarse: ¿Como es posible que no haya habido ningún caso de niño no vacunado que haya contraído la difteria, habiendo estado rodeados de portadores sanos (como en el caso de Olot) durante un periodo de treinta años? ¿Por qué ha surgido un solo caso en treinta años si en España hay miles de niños no vacunados que conviven con portadores sanos?

Este médico que humildemente quiere dar su testimonio, es de los pocos médicos que quedan que lleva más de treinta años desaconsejando el uso de vacunas. Algunos de sus pacientes siguieron su consejo médico y otros —muchos más— no. Si los primeros han vivido entre los segundos ¿por qué no se ha producido el contagio y la enfermedad a los primeros durante treinta años? … y lo que te rondaré morena.

Como hemos dicho, tenemos nuestras dudas —muchas— de que, lo que ha pasado en Olot, haya sido un caso de difteria. Mucha información que se ha dado es incongruente incluso para los partidarios de las vacunas. Hay más preguntas que respuestas. Pero estamos seguros de que las reflexiones a las que pueden dar lugar las consideraciones que hemos expuesto, pueden ayudar al discernimiento de los lectores. Deseamos haber llevado en nuestras palabras algo de claridad y así se lo pedimos a Dios. Salud y buen discernimiento.